Las agujas se mueven y sigo consumiendo bites que vienen de distintas fuentes, diversos destinatarios y se almacenan en mi procesador, el tiempo necesario para rendir algún comentario de alguno de mis seguidores o visitantes casuales de alguno de mis perfiles públicos.
2:30 am. Las manos acarician el teclado de la computadora o la pantalla táctil para seguir en la búsqueda insaciable de elementos para consumir – ¿o que me consumen? -. Sin embargo, la hora empieza a limitar las habilidades y todo se hace más lento y difícil. En paralelo a los vacios de producción de 0101, en el interior de mi crece la ira.
Medio poseído por esa fuerza extraña, me reactivo por unos instantes y respondo cuestionarios de marketing, encuestas deportivas o comento en diversos foros. Ahora, me siento un poco mejor.
Un destello neuronal de cordura o sensatez me recuerda que mañana – hoy– hay trabajo y que debo tener un mínimo de descanso para afrontar la jornada de esclavitud moderna, miro el reloj, son la 4:45 am y repentinamente un pesado sueño me invade. Para no desperdiciar lo poco de sueño que puedo aprovechar me lanzo a la cama, tal como estoy y mando al diablo el aseo personal.
10:45 am. MIERDA, tengo dos horas y 45 min de retraso y 10 llamadas pérdidas en el móvil, otra vez el higiene personal sale víctima de la situación y muy posiblemente mi trabajo. Una esclavitud me liberó de la otra, reflexiono.
Miro a mi alrededor, no tengo tiempo que perder, tengo que conectarme otra vez. Mando el aseso propio y el trabajo a la mierda.
1 comentario:
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Un abrazo y gracias por el link.
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