Sin título

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autor James_Neo

jueves, 15 de octubre de 2009

Al límite...

El motor ruge, el pie sobre el acelerador y las manos sujetan firmemente el volante. Una bandera improvisada da la señal de salida. Dos carros devoran el pavimento con el velocímetro en 160 Km/h. Se juegan fuertes sumas de dinero y la vida. El puño apretado con rabia, una liga amarrada arriba del codo y las venas brotadas a la espera del ticket, en forma de jeringa, a los laberintos de la percepción. Un pasaje costoso en el cual el alma pende de un hilo. La mano le da vuelta a la ruleta, un tubo frío en la sien y la continuidad de la existencia está entre un clic y una detonación.

Existe explicación lógica para semejante modo de proceder, a simple vista: no. Acaso ¿la vida no es el bien material y espiritual más preciado del hombre? Otra vez la respuesta pareciera no. Qué impulsa o empuja al ser humano a lo anterior, a querer ver la muerte a los ojos o sentir el filo de la navaja en el cuello. Buena pregunta.
Mientras me fumo un cigarro —a lo mejor una versión light de lo anterior— y pienso en la pregunta, recuerdo decisiones, en pleno ejercicio de mis facultades mentales, que han podido traer graves consecuencias o que las traerán —el hecho de fumar, por mencionar una de tantas—. Algunas de las cuales han sido recurrentes.

Y la respuesta la encuentro en Søren Kierkegaard, el filosofo danés define: “el terror como el conocimiento de lo que tienes que hacer para demostrar que eres libre, aunque hacerlo lo destruya” (Error Humano, Pág. 234. Palahniuk, C. 2006). Toda una vida buscando una respuesta para mis comportamientos autodestructivos —y la de muchos otros— y la encuentro en un libro que relata la locura americana, el cual compré para matar el tiempo en diciembre. Tratando de entender la locura ajena, entendí la propia.

Entonces, la velocidad, las drogas, la ruleta rusa, el cigarro, el alcohol y muchas otras cosas; llevadas hasta los excesos, al límite de la tolerancia humana se convierte en un grito y afirmación de libertad. Otra vez llego a una calle ciega.

Palahniuk parafraseando, otra vez, a Kierkegaard dice que la autenticidad se alcanza cuando “uno deja de vivir como reacción a las circunstancias y empieza a vivir como una fuerza encaminada a lo que uno dice que debería ser.” (Error Humano, Pág.236)

Libertad, destrucción, reacción y autenticidad. Una mezcla explosiva y peligrosa. Mientras escucho AC/DC y su autopista al infierno acompañado de otro cigarro, le doy vueltas a ese “debería ser” y busco la forma de cerrar este escrito.

La vida y su sentido son: experimentar los infiernos más profundos en los límites más peligrosos y poder regresar y decir he vivido a plenitud… Pero ¿se podrá regresar?, tendré que vivir.

Caracas 22.01.07

miércoles, 14 de octubre de 2009

Una muestra de mi pasión por la fotografía

Ciertamente es genial la posibilidad de atrapar un momento para la eternidad, aunque, también guarda cierto grado terrorífico.

Lo genial por que ayudará a la memoria al momento de reconstruir un hecho pasado; lo terrorífico viene dado por que aquello que fue capturado nunca volverá a ser.

Lo anterior es un reflexión poco trabajada, inclusive, pudiera decirse hasta gafa, pero pasa a veces. A continuación una muestra de mi trabajo, por llamarlo de algún modo, aquí va:

martes, 13 de octubre de 2009

Un reflejo de lo que se siente

Tener como trabajo, revisar las páginas web de cinco diarios de Venezuela, y tener que pasar por la parte de sucesos, no es un trabajo que se considere alentador, sin embargo, todo desempeño laboral tiene acciones o rutinas desagradables.

Pero, darse cuenta de la degradación social de tu país tampoco es una cuestión fácil, sencilla, placentera. Es una experiencia que puede resultar muy desagradable y representa un cuestionamiento permanente sobre el papel que juego es este país: ayudo en la cosntrucción de una alternativa o soy un sobreviviente.

La primera tiene que ver con la posibilidad de quedarse y pelear con dientes y puños por un mejor porvenir, es decir, dejar que las personas se salten su puesto en la cola, que lancen papeles al suelo o se coman la luz roja de los semáforos, el respeto por la vida de los otros.

Pendejadas de ese tipo. Pero, no. Ocurre lo contrario. Lo opuesto. Te falta la plata para comprarte aparatos, superficiales, y hasta los más elementales, como un mercado para el mes.

Pensar en tener una casa es una locura, un sin razón solo para locos o para aquellos que deciden, en el caso de Caracas, irse a vivir a un remoto lugar en el cual te debes levantar a las 4:30 am para poder llegar a tiempo al trabajo.

Y, en caso de tener esos aparatos, el hecho de tenerlos te puede costar la vida. La vida en esta ciudad puede valer un par de zapatos, ipod o un Black Berry.

Pero, un mejor testimonio de esta última parte la ofrece El Rey Tuqueque, quien dice sobre Venezuela lo siguiente en su myspace:

"Mi país me enseñó que quien trabaja, sueña y se esfuerza, termina mal: la idiosincracia del venezolano está basada en la picardía. Es alabado aquel que se comporta como un oportunista y el honrado que se esfuerza, es descaradamente rechazado. Mi país me enseñó que la vida de ningún hombre vale nada: en las calles matan un centenar de personas, en el este y el oeste de la capital, sin impunidad alguna, sin estar en guerra, sin justificaciones razonables. Mi país me puso una pistola tres veces en la cabeza y tres veces tuve la certeza de que moriría, entregándome a ella, sintiéndome en el absurdo de que moriría como un perro porque así morimos los venezolanos. Mi país me enseñó que es peligroso tener un automóvil propio, vestirse bien o hablar educadamente, con un acento diferente: cualquier excusa es buena para robarte o secuestrarte o matarte." Para leer el artículo completo, haga clic AQUÍ

Creo que con lo anterior es suficiente, no hace falta más explicaciones. Ahora, la pregunta que me ronda en la cabeza es ¿qué hacer?

martes, 6 de octubre de 2009

Un viernes al mes el menú es especial


Un viernes al mes, el siguiente a la quincena, en el espacio de los sin espacios se desarrolla una iniciativa muy particular.

Particular por el lugar, particular por los asistentes, particular por la atmósmfera, muchos particulares que no podrían describir la totalidad de compartir que ocurre ahí, y lo expresa el lema: una isla de buena música en el océano de violencia caraqueño.

¿Conoces a Joy Division? ¿Conoces a Lacrimosa? ¿Los Smiths o Circle Jerks? Si te da curiosidad y tienes publicaciones independientes para mostrar y no conoces los viernes de fanzines te invito a descubrir ese espacio que florece de vez en mes —utilizando una metáfora poco apropiada— para compartir buena música, bebidas y los más importante camaradería.

Quedaron cuestiones por explicar: ¡Sí! Pero es muy difícil, por lo menos para mí, expresarlas en este post, por lo tanto el 16.10.09 a partir de las 7:00 pm el lugar del encuentro es en la Organización Nelson Garrido y la carta de la semana tiene como plato principal a The Pixies.

Aquí tienes un poco de ellos: