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autor James_Neo

martes, 3 de julio de 2012

Entre lo reivindicativo y lo festivo

Expresión colorida/Foto Federico Zaá
(Caracas 280612) ¿Qué pasaría si durante todo el año te ves obligado a esconderte? ¿Qué pasaría si durante todo el año las muestras de amor o cariño con tu pareja fueran rechazadas por el colectivo? ¿Qué pasaría si durante todo el año no pudieras vestirte como lo sientes? Seguramente buscarías maneras de gritarle al mundo que también tienes derechos y no eres un anormal.

Por un día aquell@s que se esconden tras una apariencia de normalidad, que no pueden ir tomados de la mano con la persona que aman o guardan su ropa favorita para un determinado lugar, unen sus voces para decirle a la sociedad: existimos y queremos ser reconocidos.

Sin embargo, ese grito tiene ecos negativos que erosionan su búsqueda de plenitud de Derechos y aceptación de aquell@s que dicen ser normales. Esa afirmación anual, donde las calles se llenan de colores y festividad, atenta contra las metas que agrupan a hombres y mujeres que disfrutan su sexualidad de una manera distinta.

Por tercera oportunidad corrida acompañé al colectivo GLBTTI (gays, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales) en su búsqueda del acceso al trabajo digno, educación y salud. Por tercera oportunidad puede percibir la existencia de dos agendas que no encuentran, o no parecen encontrar en la práctica,  puntos  comunes a la hora de abordar la exclusión que sufren.

La pregunta necesaria/Foto Federico Zaá
No celebro, exijo

Un grupo de la marcha encaró la caminata con la misión de decirle al resto de los mortales que la comunidad sexo diversa sufre importantes negativas al momento de gozar de los derechos consagrados en la Constitución, además, de exigir reivindicaciones propias para el colectivo: cambio del registro civil o el matrimonio entre personas del mismo sexo, por mencionar solo dos.

Esas voces disconformes quieren acabar con la discriminación, esas voces disconformes quieren dejar atrás la homofobia, esas voces disconformes quieren ser incluidos en los marcos legales, esas voces disconformes quieren poder superar la ignorancia de unos pocos que no aceptan la diversidad.

Alegría efímera/Foto Federico Zaá
La vida es un carnaval

Para la otra parte de la marcha la ciudad se convirtió en una gigantesca pista de baile y en excusa para mostrase tal como ellos se sienten. El temor del rechazo se superó, las miradas de desaprobación o reproche moral eran repelidas con baile, música y alcohol. Esta parte de la marcha celebró su elección: ser como son sin dar importancia a los juicios de valor del resto.

Se puede entender esta acción como una protesta en sí misma, sin embargo la ausencia de tareas complementarias (vigilias, presentación de documentos, tomas de calles u otras) reduce el impacto de la marcha a lo meramente festivo y pintoresco, es decir, devalúa la lucha de la comunidad GLBTTI.     


¿A dónde llegaron?

¿Podemos hablar de victoria? No parece que el término aplica por una demostración de un día, por otra parte, no se cambia patrones altamente machista de una sociedad con una larga caminata.

Además, la  falta de un mensaje contundente le dio características carnavalescas a la acción y ese mensaje inicial de buscar mayores espacios de reconocimiento se fue diluyendo, poco a poco, entre la alegría de poder expresarse sin mayores inconvenientes por unas horas.

Mientras siga abierta la brecha entre lo reivindicativo y lo festivo, y toda la acción por la lucha de mayor reconocimiento  naufrague en una actividad aislada, el movimiento GLBTTI seguirá quedando como un buen organizador de eventos masivos.    

La marcha llegó a los espacios de Zona Rental, sin embargo, después de 12 años el camino para lograr espacios concretos dentro de la sociedad, me atrevo a decir, que ha dado pocos pasos hacia ese destino deseado: reconocimiento pleno de sus derechos.