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autor James_Neo

martes, 4 de enero de 2011

Belleza: máscara de felicidad

Cada año hombre y mujeres de todo el orbe invierten exorbitantes sumas de dinero para verse bellos y bellas y mantenerse jóvenes. En 2004, los españoles gastaron mil millones de € en cirugías estéticas. Por su parte, en Japón, cada día, más y más personas cambian sus rasgos faciales típicos por los estándares occidentales. En Venezuela existen facilidades de pago para la colocación de implantes mamarios y la realización de otras modificaciones corporales.

¿Qué encierra esta manera de proceder? ¿Acaso está relacionado con una pérdida de profundidad en los objetivos del ser humano? Pareciera obvia la respuesta, sin embargo, la situación es mucho más compleja y profunda. Una luz para entender este comportamiento la ofrece el novelista francés Stendhal, quien sentenció "la belleza es una promesa de felicidad".

Con la finalidad de cumplir con esa promesa, la inversión que se realiza impresiona. Por ejemplo, cerca de 20.000 billones de dólares, anuales, se gastan entre EE.UU. y Europa en la compra de productos cosméticos. Semejante inversión permitiría alfabetizar tres veces el total de la población del planeta. En ese mismo orden de ideas, la marca de cosméticos francesa L´oreal, duplicó su participación en el mercado de consumo masivo.

Por el contrario, el número de personas que padecen de hambre no ha disminuido desde principios de los años 90.

Gastar en la apariencia  

El ser humano es imperfecto, además, se encuentra rodeado, o acosado, por infinidad de problemas de apariencia irresoluble. Nadie puede estar contento con lo que ocurre en África (miles de personas muriendo de hambre. enfermedades o guerras) o en su vecindario (altos índices de delincuencia, desempleo o la falta de recolección de basura).

Ante semejante acoso ¿qué hacer? Si no puedo conseguir la solución a estos problemas, debo encontrar la forma de ser feliz ¿Cómo hacerlo? sencillo: ser bell@, gastar exorbitantes sumas de dinero en mi apariencia física —una brasileña puede gastar 2.200$, en promedio, en tratamientos de belleza—.

La belleza física se ha convertido en una máscara que disfraza el sufrimiento y las miserias de muchos, no se podrá saciar el hambre o sed de un pobre diablo que vive con menos de un dólar en algún rincón del planeta, pero al verse bien frente al espejo todo lo anterior queda en un segundo plano. Soy bella o bello, me veo y me siento bien y lo demás queda reducido a cifras o exageraciones de alguien.

Aquello que era una promesa, se convierte en realidad. El mundo alredor se ve mejor, el sujeto se siente mejor. Todo es distinto, aunque sólo sea una apariencia:

Nota: el siguiente ensayo fue el punto de partida para un documental sobre las cirugías estéticas, como parte de una evaluación para la universidad en 9no semestre de comunicación. Las cifras corresponden a los años 2004, 2005 y 2006. Los créditos van compartidos con Andreina Martínez.

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