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autor James_Neo

jueves, 27 de mayo de 2010

Para Ballack no hubo redención

¿Cuántas oportunidades ofrece la vida para redimirse? Para algunos nunca llega. Para otros, el destino le ofrece otras oportunidades. Muchas o pocas, pero ocurren. Dentro de ese grupo de privilegiados, o condenados, según se mire, están aquellos, que teniendo otra oportunidad, y por distintas razones, no logran coronar esa segunda oportunidad.

Un fallo propio o ajeno, la grandeza del adversario o simplemente la suerte determinan que otra vez la gloria sea esquiva, distante, de otro.

Una fuente infinita de ejemplos de esta situación se encuentra en la esfera deportiva, y con mayor dramatismo dentro del contexto de un mundial de fútbol. Cada cuatro años, lo mejor de balompié internacional, se da cita para dirimir quién es el mejor.

Franz Beckenbauer -tanto jugador, como técnico- sufrió la derrota en una final. Sin embargo, la ruleta futbolística le dio la oportunidad de la revancha y obtuvo la redención.

Como jugador debutó en la Inglaterra 66 y llegó a la final, contra el anfitrión. En ese partido el triunfo fue para el lado inglés. Beckenbauer vio la Jules Rimet irse de sus manos. En el mundial siguiente, celebrado en México, el capitán de la selección alemana no logró conducir a su equipo al último juego, se conformó con el tercer lugar.

En el 74, la sede le correspondió a su país natal y El Káiser tuvo la oportunidad de sentir lo que era ganar y ser campeón del mundo. La espera terminó después de 12 años de aquella final en Wembley Beckenbauer levantó la copa.

Ya como entrenador en México 86 El Káiser vivió otra final y su adversario era la Argentina de Maradona. La derrota acompañó a la Mannschaft y otra vez Beckenbauer fue testigo de la gloria de otro.

Cuatro años después, en Italia y contra el mismo rival, la historia tuvo un final distinto. La gloria bañaba, por segunda vez, al alemán y como técnico en esta oportunidad.

El otro lado de la moneda

Un compatriota de El Káiser no tendrá la oportunidad de encontrar, o buscar, la redención. Michael Ballack, con unas grandes derrotas en la espalda, se perderá por lesión el mundial 2010.

En Corea-Japón 2002 no pudo contra Ronaldo y Rivaldo, peor aún, vio el juego desde las gradas por pagar una suspensión por acumulación de tarjetas. Fue segundo de la verdeamarela.

La siguiente oportunidad la disputó en su patio, frente a los suyos. Pero en menos de 15 minutos con un soberbio juego ofensivo por parte de Italia quedó relegado al tercer lugar, esta vez llegó por detrás de los campeones azurrí y Francia.

Sudáfrica 2010, su tercera y última oportunidad, una lesión lo sacó de participar. El jugador de El Chelsea no podrá guiar a la selección germana en otro intento de obtener la gloria, una situación que lleva 20 años sin ocurrir.

El número 13 de la Mannschaft verá a los suyos luchar desde afuera, será un espectador de la marcha germana. La selección no contará con su insignia, ni con la inspiración de alguien que sabía que este era el último tren a la gloria.

La derrota la sentirá como suya, pero la victoria , eso no se sabe. Lo que queda claro es que no hubo redención.

Nota del Editor:
Con este post inicio una serie sobre el mundial, entiendo que algunas no les guste la decisión, pero, es parte de la fiebre.

Por otra parte, otro ejemplo pudo haber sido Diego Armando Maradona, aunque en un sentido no lineal: derrota, victoria, derrota y fracaso, sin embargo, preferí la de Ballack

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