Con esas palabras se refirió Larry Bird a la actuación épica que regaló MJ a los aficiondos del baloncesto el 20.04.86 en el mítico Boston Garden. Esa noche Jordan anotó 63 puntos, sin embargo, el equipo verde venció a los Toros de Chicago 135 a 131 en doble tiempo extra y posteriormente se llevó la serie.
Pero ese día nació una leyenda. La palabra clave de esa jornada, desde mi óptica, es: épica. Una actuación que marcó la carrera del jugador de segundo año y daría al mundo una referencia de lo que vendría. Eso no lo hizo LeBron James en el sexto juego de la semifinal de conferencia frente a Boston. Después de esa introducción breve, remito mi pensamiento —mejor dicho deseo— para el partido de la serie que favorecía a Boston, 3 a 2.
La experiencia de los Celtas contra el hambre de gloria de la Caballeros ¿quién ganará? ¿Podrá LeBron vestirse de héroe y conducir a Cleveland a la siguiente instancia? ¿O Boston se dará el gusto de callar a sus detractores? Espero que el 23 de los Caballeros regale un épico sexto juego y estire la serie al juego definitivo.
Sin embargo esa actuación épica, como la de Jordan hace 20 años, no se dio. LeBron James regaló un buen juego, logró 27 PTS/19 Reb/10 AST y agregó nueve pérdidas de balón, pero, como apuntó Carlos Morales, comentarista de Espn para América Latina, la derrota de los Cavs era algo que se podía esperar —palabras más, palabras menos—. Era cierta, esa observación. Nunca se vio a LeBron y compañía con la capacidad de ganar el sexto juego.
En los momentos previos al juego, esperaba una actuación demoledora, como la del MJ o durante el transcurso del juego, algo parecido al milagro de Reggie Miller frente a los Knicks (posible destino del LeBron). Sin embargo, no hubo algo parecido a tal cosa, el excelente jugador de Cleveland parecía estar en otro lado, pensando en otra cosa. Era alguien distinto, un fantasma sin chispa, sin ganas.
Lo peor ocurrió en ese último minuto. El DT de los Caballeros pidiendo marcación a presión y sus jugadores parados, tal vez, a la espera del sonido de la chicharra para abandonar la duela y dar por terminada la temporada.
LeBron perdió la sonrisa, la confianza, su andar era distinto al que nos tiene acostumbrado. Era un tipo distinto, como si supiera algo que el resto del mundo no supiera y que lo sacó de concentración.
Será, otra vez, la espera de la siguiente oportunidad, la próxima temporada. Ahora las preguntas son muchas y solo el tiempo dará la respuesta. Lo ocurrido en la serie entre Boston y Cleveland, no le quitará el brillo a lo logrado por James hasta ahora, pero seguirá siendo un rey sin corona.
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