Sin título

Sin título
autor James_Neo

jueves, 4 de agosto de 2011

Los primeros 13 días

El cómico colombiano Andrés López, en Me pido la ventana, ejemplifica la importancia de viajar, y asegura que toda persona debe experimentar el placer de moverse y poder conocer el mundo que lo rodea. Cada rincón posible del orbe, los cuales tienen características que dejarán una huella en la vida del viajero.



Al momento de escribir estas líneas -sentado en un tren rumbo a Bélgica-  las palabras de López se convierten en paisaje. Llanura verde y marrón con simpáticas casitas de paredes pastel y techos rojos o vinotintos y un cielo impresionista que las arropa, es parte de lo que se puede ver en el norte de Francia.

El país galo, ubicado en el centro del viejo continente, posee una  carga histórica enorme. La France ha sido cuna de eventos de importancia capital en el devenir de la humanidad: La Revolución Francesa, La Ilustración, El Impresionismo, nacimiento del cine, el Día D, El Mayo Francés por mencionar solo algunos.
En medio de toda esa tradición he recorrido una pequeña porción de lo que tiene este país para ofrecer.

Durante 13 días pude caminar por la rue que inmortalizó Renoir en su reconocido cuadro El Moulin De La Gallete, vi el nombre de Francisco de Miranda en el Arc de Triomphe, recorrí las calles que despidieron violentamente a Juana de Arco y me bañé en las playas que sirvieron de experimento para el Día del Desembarco.

Sentí la majestuosidad de Notre Dame de París o la Notre Dame de Rouen, me paré en frente de la calle que despidió a Roland Barthes y vi la casa donde Voltaire dijo adiós, una musa de Toulouse Lautrec me picó el ojo por Montparnasse, me fumé un cigarro y jugué a la Rayuela con Cortázar y Carol Dunlop en el jardín de su descanso eterno.

Recorrí en bicicleta 13 kilómetros de paisajes inimaginables y mi paladar ser rindió ante las exquisiteces de las gastronomía francesa. La brisa y los acantilados de Etreta se grabaron en mis pupilas o me deslumbré que el juego lumínico de la Tour Eiffel.

Como Dante tuvo un guía en Virgilo, yo también la tengo: mi compañera. Ella durante este breve periplo fue una guía, un ángel protector y una traductora; gracias a ella Francia se convirtió en las puertas del viejo continente y tuvo el sabor dulce de una placentera compañía.

Estoy llegando a Bruselas MIDI y todavía falta camino para llegar al próximo destino, esto apenas comienza.               

No hay comentarios: