Julio Cortázar
Con esas líneas el creador de los cronopios y las famas se refería a su incipiente experiencia en la capital francesa. Un excelente consejo en estos momentos de saturación tecnológica, efervescencia y fugacidad que nos quitan ciertos privilegios dentro de la cotidianidad.
Situaciones que ocultan los detalles hermosos y extraordinarios de aquello que es habitual. No siempre es fácil y algunas veces optamos por el atajo: buscar cosas nuevas para maravillar nuestros sentidos.
No siempre esa estrategia da resultado, los intervalos de satisfacción se reducen y el sentimiento de estar encerrado en lo cotidiano aparece. Además, desde una dimensión muy tóxica.
Sin ser un experto en la materia, y en algunos casos estar reprobado, con los sentimientos encontrados de mi último viaje, cambio de trabajo y necesidad de encontrar un hogar, es importante redescubrir la ciudad de podres corazones en la que vivo.
Encontrar detalles, positivos, que bajen la presión de miles de factores que atentan contra la salud mental será la misión de ahora en adelante.
En esa onda, escucho a un compatriota de Julio y me da otro consejo: dale tiempo al tiempo....
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