Sin título

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autor James_Neo

domingo, 17 de julio de 2011

Con el vaso lleno

No recuerdo cuándo lo conocí, recuerdo dónde lo conocí, fue en un acogedor apartamento en Nueva Caracas (Catia), tampoco recuerdo las circunstancias, no sé si fue en una fiesta o una reunión habitual, por el contrario, sé que desde esa vez las puertas de su casa siempre estuvieron abiertas.



Dueño de un carácter muy particular, una terquedad sin igual y una lengua incontrolable, este personaje se ganó el aprecio de este servidor. Siempre preparado, con una pregunta rebuscada, para dejar mal parado al interlocutor de turno y sentenciar con un tú no sabes nada
Amante de las parrillas, el buen whisky y su casa en la playa, este personaje siempre tenía un comentario jocoso sobre algún  aspecto de la vida y dejaba muy claro lo que le parecía y lo que no.

Testigo de excepción de la graduación de un cuarteto de amigos muy particular, festejó, a su manera, el logro más importante de ellos, por supuesto, desde su inexpresividad facial característica y su severo tono de voz.
También, participó en el reencuentro de un numeroso grupo de panas de la universidad, ofreciendo buena bebida como  contribución al ambiente festivo. Además, presenció de cerca la escritura de las primeras páginas de una relación, que ya cumplió, los tres años.      

Destacado por su extraordinaria capacidad para colocar sobrenombres, producto, tal vez, de su flojera de aprenderse los nombres o su particular irreverencia, rebautizaba a la gente con motes como el licenciado o el árabe, por mencionar solo dos. 

Con todo eso, y las infinitas cosas desconocidas por mí, el 15 de julio de 2011 ese latido vital se detuvo, se cansó de no poder hacer las cosas que le gustaban y sentirse una carga para los demás. Agarro sus experiencias, conocimientos y vivencias para pasar a otros festines, partidas de dominó y vasitos de whisky.

Por supuesto, su partida dejó un hoyo inmenso en el corazón de sus seres más cercanos, ahora vendrá la parte más complicada: seguir el camino. Por otra parte, esa sensación, de que un pedacito de historia también se apagó y que, en cierto, momento de la vida, los amigos solo se encuentra en las despedidas definitivas, me embarga.  

Solo nos queda brindar con el vaso lleno de alegría y felicidad, mirando al espacio vacío que dejaste, dar gracias por haberte conocido: Joao.  

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