Tratando de hilar un discurso coherente y agradable desde unas fotos. Sin embargo, la musa no acompañó a los dedos frente al teclado.
En la ciudad vivimos, o tratamos de vivir. Dentro de ese espacio conocemos personas, no relacionamos y crecemos -algunos con signo negativo, pero nadie se queda sin cambiar-. En las mañanas despertamos, no aseamos -no todos tienen esos hábitos- y recorremos los pasillos de asfalto en busca de nuestro destino.
Cumplimos ciertos requisitos durante el día, otros por la noche, y realizamos en recorrido inicial a la inversa. Durante ese regreso nos topamos con personas, algunas veces son las mismas del comienzo, y todos con la mirada puesta en el punto de partida.
Ciudad es todo lo cotidiano, todo lo rutinario, todo las reglas y deberes que se cumplen durante la jornada.
En las nubes descansamos, en las nubes nos refugiamos de las obligaciones. En ese acogedor espacio los ruidos y las molestias quedan atrás, es el lugar para despejarnos de lo cotidiano. Tomar aire y continuar hacia delante.
Por su parte, el cielo es donde nuestras ideas se encuentra a la espera que la hagamos realidad y podamos hacer de la ciudad algo mejor.
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