Para la Doc
Después de casi dos años de no vernos, por casualidad nos encontramos. Cada uno en su trabajo, ella con su estetoscopio, yo con un trípode. Un momento grato por ver a una persona super querida —como diría un colombian@— con la cual compartí alguna de las conversas más agradables que he tenido.
Recuerdo una con especial cariño en un conocido Caffé barquisimetano en la cual me dijo "la melancolía es el más perfecto de los sentiminetos" su argumento: es la mezcla casi perfecta de varias emociones. Esa noche por cierto nos deleitamos con una extraordinaria parrilla y, obviamente, unas birritas. Después cada quien, y por caminos diferentes, fue a casa.
Otra que también la guarda con celo mi memoria es una que sostuvimos en una ruta —equivalente a una camionetica caraqueña— en la que yo confesaba que el único vínculo constante con mi círculo de amigos de la tierra musical era ella. Le decía que me sentía ajeno a mi ciudad natal, extraño entre los míos. No recuerdo con exactitud su respuesta, pero sé que fue algo que me tranquilizó.
En una parrillada con mis colegas scalabrinianos, un gran pana de esa época —en tamaño y sentimiento— le preguntó ¿Epa, y uds qué? Ella con serenidad y sin perder el control del momento me devolvió la pregunta. El grupo de personas que estaban alrededor de la fogata carnivora respondieron, casi al unísono, UFFFFFFF, marico estás (colóquese el mejor adjetivo) y yo opté por bajarme una birra fondo blanco. Una excelente reacción para el momento. Después cada quien, y por caminos diferentes, fue a casa.
Hey, y cómo olvidar esos maravillosos zapatos rojos Nike que tenía puestos en esa rumba en su apartamento. Acompañados con un pantalón negro y sweter rojo —esa parte no la recuerdo bien— pero la imagen la he llevado conmigo bastante tiempo. Ese día la rumba terminó con un poco de estudiantes de medicina en el monumento del sol a las 6:00 a.m. y dos horas más tarde era el bautizo/primera comunión de mi hermano, al que asistí con muy pocas condiciones.
Esa vez que nos vimos en el último rincón del rock & roll guaro y nos tomamos unas birritas, ella se fue y yo la acompañé, después regresé a local y a las 4:00 am me tuvieron que escoltar hasta la casa, señora pea... pero eso no es el tema. Otra vez, cada quien, y por caminos diferentes, fue a casa.
Han sido muchas recuerdos gratos en estos casi 7 años de amistad. Tantos que pueden resultar aburridos y pueden ser mal interpretados.
Todo lo anterior fue escrito el 02.07.09, 7 meses después decido terminar aquello que dibuje con teclas aquel día. Esto será una rosa marchita que se lanza en el feretro de una amistad que por mi falta de detalles maté.
Una amistad de 7 años que se cerró con unas palabras tuyas que 7 meses despúes ya no recuerdo, una expresión facial que se mantiene, pero, no puedo describir. Únicamente me quedará evocar aquellos momentos compartidos, a la espera que el tiempo los borre de la memoria y te conviertas o nos convirtamos en esos nombres que algunas vez pasan por nuestra mente como un destello fantasmal.
Irónico es que cuando la distancia fue mayor hubo cercanía, se redujo y hubo lejanía
Coincidencia aquel encuentro en el Hospital Universitario, que siete años de amistad se resuman siete meses desdpués de aquél inesperado reencuentro.
Evocaciones: de lo que fue y no será
Para el cierre dejo este tango de Carlos Gardel:
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