Retrospectiva breve de una historia...
Un año son Doce meses, 48 semanas, 365 días, 8.760 horas, 525.600 minutos y 31.536.000 segundos visto de ese modo puede parecer mucho y alguna veces lo es, pero, muchas veces ese tiempo no alcanza. Hagan una listas de las cosas que han dicho para hacer y verán que esos números tan grandes a veces no rindieron para hacer un curso de inglés, sacar la licencia de conducir, leerte 12 libros, ver 48 películas y un largo: entre otras cosas.
Pero en ese tiempo, también, se puede viajar 3.451 Km en autobús y avión, ingerir 3613,5 lts de cervezas, comer 64.8 Kg de pasta, fumarse 3.840 cigarros por mencionar algunas cifras.
Se puede disfrutar un hermoso amanecer en la playa o en Caracas, una comida a la luz de las velas, un estresante viaje en autobús de media noche, unas bocanadas nocturnas de humo o la serie favorita en televisión. Eso y muchas cosas se pueden hacer en ese tiempo.
También forma parte, de ese recorrido en kilómetros y litros, los momentos desagradables pero que dejan aprendizajes, las preguntas incómodas que hacen reflexionar, las cuentas que no alcanzan para hacer lo que se quiere o los momentos de tensión que enfrentan.
Eso y más forma parte de este tiempo, que no entra en unas líneas y se expresa en nuestras vidas, que queman hojas de calendario en un recorrido que invierte días, horas, minutos y segundos en avanzar.
Lo que se pueda escribir queda pequeño a los descubrimientos diarios que se hacen, las nuevas aventuras que en cada momento nacen.
Todos esos números y todas estas letras con poco sentido son para expresar mi profundo amor por este viaje compartido, que inició un 17 y que atraviesa otro 17. Un recorrido que sigue sumando y se pregunta por la meta, ¿dónde quedará la meta?
Y sin pensarlo responde que la meta se logra en cada cerrar de ojos, cuando lo diario pasa factura, y se tiene la certeza que el otro, o sea tú, estás en la misma cama conmigo, en la dulce esperar por colocar más cifras en el recorrido.
21 meses son 84 meses, 336 semanas, 2.352 días, 56.448 horas, 3.386.880 minutos, 203.212.800 segundos y contando.
Sin título
lunes, 20 de julio de 2009
jueves, 16 de julio de 2009
Un aforismo...
Para la osa
En el aforismo 124 (CXXIV) del libro cuarto de la Gaya Ciencia, el autor, plantea la idea de la muerte de Dios. En ese pasaje, El Loco en plena plaza pública y armado con una lámpara encendida pregunta por el paradero de alguien: él estaba buscando a Dios. El escritor narra que la reacción de la gente fue de burla, un eco de risas.
El Loco encaró a su público, les clavó la mirada y preguntó ¿Sabes dónde está Dios? La respuesta es tajante: le hemos muerto, más adelante en el aforismo agrega ¡Dios ha muerto!¡Dios permanece muerto!¡Y nosotros le dimos muerte! Obviamente no hubo más risas. Este profeta continuó su interrogatorio: pero ¿cómo hemos podido hacerlo?¿Cómo pudimos vaciar el mar? y lo más importante ¡Cómo consolarnos asesinos entre los asesinos!
Entre ayer y hoy esa idea me ha dado vueltas por la cabeza, sintiendo ese peso por el hecho de hacer algo tan grande y terrible. No estoy hablando de una mera reflexión filosófica sobre la manera de Friedrich Nietzsche de pregonar la muerte de los absolutos, estoy hablando más bien del hecho de sentir que el cuchillo está manchado en sangre y gotea por la mano del sacrificio de algo tan grande ¿cómo se puede hacer? y de la forma tan salvaje con la que fue ejecutado.
Ayer, levanté el cuchillo y me di cuenta de lo que había hecho, muy tarde fue. Ya no hay vuelta atrás. Lo hermoso y bello cayó en desgracia, ese templo de 12 piedras se convirtió en un sepulcro de 12 cuchillos. Ahí deberá quedar eso para evitar más daño. Ahí quedará para evitar más lesiones, más llanto, más dolor.
Escribiendo esto me siento como el protagonista de El Túnel, claro, todo en sentido figurado, todo de manera metafórica, todo en forma de realidad virtual. Eso si, todo menos el dolor de lo que ocurrió ese día y el horrible rostro de esa lado que no conocías, desconocías y te mostró de una forma horrible las dos partes de la realidad.
La cara de la bestia se mostró y mordió duro, ahí donde sabía que la herida sería profunda y dolorosa. Y de la cual no habría recuperación posible.
No me quedará otra que seguir caminando y, por enésima vez, pedir perdón. Espero algún día eso pueda llegar. Te deseo lo mejor y más grande de la vida para ti y que este episodio tan desagradable pueda ser superado pronto.
Un fortísimo abrazo para ti... y que Dios te bendiga
En el aforismo 124 (CXXIV) del libro cuarto de la Gaya Ciencia, el autor, plantea la idea de la muerte de Dios. En ese pasaje, El Loco en plena plaza pública y armado con una lámpara encendida pregunta por el paradero de alguien: él estaba buscando a Dios. El escritor narra que la reacción de la gente fue de burla, un eco de risas.
El Loco encaró a su público, les clavó la mirada y preguntó ¿Sabes dónde está Dios? La respuesta es tajante: le hemos muerto, más adelante en el aforismo agrega ¡Dios ha muerto!¡Dios permanece muerto!¡Y nosotros le dimos muerte! Obviamente no hubo más risas. Este profeta continuó su interrogatorio: pero ¿cómo hemos podido hacerlo?¿Cómo pudimos vaciar el mar? y lo más importante ¡Cómo consolarnos asesinos entre los asesinos!
Entre ayer y hoy esa idea me ha dado vueltas por la cabeza, sintiendo ese peso por el hecho de hacer algo tan grande y terrible. No estoy hablando de una mera reflexión filosófica sobre la manera de Friedrich Nietzsche de pregonar la muerte de los absolutos, estoy hablando más bien del hecho de sentir que el cuchillo está manchado en sangre y gotea por la mano del sacrificio de algo tan grande ¿cómo se puede hacer? y de la forma tan salvaje con la que fue ejecutado.
Ayer, levanté el cuchillo y me di cuenta de lo que había hecho, muy tarde fue. Ya no hay vuelta atrás. Lo hermoso y bello cayó en desgracia, ese templo de 12 piedras se convirtió en un sepulcro de 12 cuchillos. Ahí deberá quedar eso para evitar más daño. Ahí quedará para evitar más lesiones, más llanto, más dolor.
Escribiendo esto me siento como el protagonista de El Túnel, claro, todo en sentido figurado, todo de manera metafórica, todo en forma de realidad virtual. Eso si, todo menos el dolor de lo que ocurrió ese día y el horrible rostro de esa lado que no conocías, desconocías y te mostró de una forma horrible las dos partes de la realidad.
La cara de la bestia se mostró y mordió duro, ahí donde sabía que la herida sería profunda y dolorosa. Y de la cual no habría recuperación posible.
No me quedará otra que seguir caminando y, por enésima vez, pedir perdón. Espero algún día eso pueda llegar. Te deseo lo mejor y más grande de la vida para ti y que este episodio tan desagradable pueda ser superado pronto.
Un fortísimo abrazo para ti... y que Dios te bendiga
jueves, 2 de julio de 2009
ironías, coincidencias y evocaciones
Para la Doc
Después de casi dos años de no vernos, por casualidad nos encontramos. Cada uno en su trabajo, ella con su estetoscopio, yo con un trípode. Un momento grato por ver a una persona super querida —como diría un colombian@— con la cual compartí alguna de las conversas más agradables que he tenido.
Recuerdo una con especial cariño en un conocido Caffé barquisimetano en la cual me dijo "la melancolía es el más perfecto de los sentiminetos" su argumento: es la mezcla casi perfecta de varias emociones. Esa noche por cierto nos deleitamos con una extraordinaria parrilla y, obviamente, unas birritas. Después cada quien, y por caminos diferentes, fue a casa.
Otra que también la guarda con celo mi memoria es una que sostuvimos en una ruta —equivalente a una camionetica caraqueña— en la que yo confesaba que el único vínculo constante con mi círculo de amigos de la tierra musical era ella. Le decía que me sentía ajeno a mi ciudad natal, extraño entre los míos. No recuerdo con exactitud su respuesta, pero sé que fue algo que me tranquilizó.
En una parrillada con mis colegas scalabrinianos, un gran pana de esa época —en tamaño y sentimiento— le preguntó ¿Epa, y uds qué? Ella con serenidad y sin perder el control del momento me devolvió la pregunta. El grupo de personas que estaban alrededor de la fogata carnivora respondieron, casi al unísono, UFFFFFFF, marico estás (colóquese el mejor adjetivo) y yo opté por bajarme una birra fondo blanco. Una excelente reacción para el momento. Después cada quien, y por caminos diferentes, fue a casa.
Hey, y cómo olvidar esos maravillosos zapatos rojos Nike que tenía puestos en esa rumba en su apartamento. Acompañados con un pantalón negro y sweter rojo —esa parte no la recuerdo bien— pero la imagen la he llevado conmigo bastante tiempo. Ese día la rumba terminó con un poco de estudiantes de medicina en el monumento del sol a las 6:00 a.m. y dos horas más tarde era el bautizo/primera comunión de mi hermano, al que asistí con muy pocas condiciones.
Esa vez que nos vimos en el último rincón del rock & roll guaro y nos tomamos unas birritas, ella se fue y yo la acompañé, después regresé a local y a las 4:00 am me tuvieron que escoltar hasta la casa, señora pea... pero eso no es el tema. Otra vez, cada quien, y por caminos diferentes, fue a casa.
Han sido muchas recuerdos gratos en estos casi 7 años de amistad. Tantos que pueden resultar aburridos y pueden ser mal interpretados.
Todo lo anterior fue escrito el 02.07.09, 7 meses después decido terminar aquello que dibuje con teclas aquel día. Esto será una rosa marchita que se lanza en el feretro de una amistad que por mi falta de detalles maté.
Una amistad de 7 años que se cerró con unas palabras tuyas que 7 meses despúes ya no recuerdo, una expresión facial que se mantiene, pero, no puedo describir. Únicamente me quedará evocar aquellos momentos compartidos, a la espera que el tiempo los borre de la memoria y te conviertas o nos convirtamos en esos nombres que algunas vez pasan por nuestra mente como un destello fantasmal.
Irónico es que cuando la distancia fue mayor hubo cercanía, se redujo y hubo lejanía
Coincidencia aquel encuentro en el Hospital Universitario, que siete años de amistad se resuman siete meses desdpués de aquél inesperado reencuentro.
Evocaciones: de lo que fue y no será
Para el cierre dejo este tango de Carlos Gardel:
Después de casi dos años de no vernos, por casualidad nos encontramos. Cada uno en su trabajo, ella con su estetoscopio, yo con un trípode. Un momento grato por ver a una persona super querida —como diría un colombian@— con la cual compartí alguna de las conversas más agradables que he tenido.
Recuerdo una con especial cariño en un conocido Caffé barquisimetano en la cual me dijo "la melancolía es el más perfecto de los sentiminetos" su argumento: es la mezcla casi perfecta de varias emociones. Esa noche por cierto nos deleitamos con una extraordinaria parrilla y, obviamente, unas birritas. Después cada quien, y por caminos diferentes, fue a casa.
Otra que también la guarda con celo mi memoria es una que sostuvimos en una ruta —equivalente a una camionetica caraqueña— en la que yo confesaba que el único vínculo constante con mi círculo de amigos de la tierra musical era ella. Le decía que me sentía ajeno a mi ciudad natal, extraño entre los míos. No recuerdo con exactitud su respuesta, pero sé que fue algo que me tranquilizó.
En una parrillada con mis colegas scalabrinianos, un gran pana de esa época —en tamaño y sentimiento— le preguntó ¿Epa, y uds qué? Ella con serenidad y sin perder el control del momento me devolvió la pregunta. El grupo de personas que estaban alrededor de la fogata carnivora respondieron, casi al unísono, UFFFFFFF, marico estás (colóquese el mejor adjetivo) y yo opté por bajarme una birra fondo blanco. Una excelente reacción para el momento. Después cada quien, y por caminos diferentes, fue a casa.
Hey, y cómo olvidar esos maravillosos zapatos rojos Nike que tenía puestos en esa rumba en su apartamento. Acompañados con un pantalón negro y sweter rojo —esa parte no la recuerdo bien— pero la imagen la he llevado conmigo bastante tiempo. Ese día la rumba terminó con un poco de estudiantes de medicina en el monumento del sol a las 6:00 a.m. y dos horas más tarde era el bautizo/primera comunión de mi hermano, al que asistí con muy pocas condiciones.
Esa vez que nos vimos en el último rincón del rock & roll guaro y nos tomamos unas birritas, ella se fue y yo la acompañé, después regresé a local y a las 4:00 am me tuvieron que escoltar hasta la casa, señora pea... pero eso no es el tema. Otra vez, cada quien, y por caminos diferentes, fue a casa.
Han sido muchas recuerdos gratos en estos casi 7 años de amistad. Tantos que pueden resultar aburridos y pueden ser mal interpretados.
Todo lo anterior fue escrito el 02.07.09, 7 meses después decido terminar aquello que dibuje con teclas aquel día. Esto será una rosa marchita que se lanza en el feretro de una amistad que por mi falta de detalles maté.
Una amistad de 7 años que se cerró con unas palabras tuyas que 7 meses despúes ya no recuerdo, una expresión facial que se mantiene, pero, no puedo describir. Únicamente me quedará evocar aquellos momentos compartidos, a la espera que el tiempo los borre de la memoria y te conviertas o nos convirtamos en esos nombres que algunas vez pasan por nuestra mente como un destello fantasmal.
Irónico es que cuando la distancia fue mayor hubo cercanía, se redujo y hubo lejanía
Coincidencia aquel encuentro en el Hospital Universitario, que siete años de amistad se resuman siete meses desdpués de aquél inesperado reencuentro.
Evocaciones: de lo que fue y no será
Para el cierre dejo este tango de Carlos Gardel:
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