¿Cómo se puede medir el tiempo que uno pasa con alguien? Experiencias compartidas, viajes realizados, personas conocidas, eso puede ser tema de debate y de conversaciones etéreas alrededor de una cerveza en medio de mucha gente.
Pero, no. No es el caso. No vengo a enumerar una lista de detalles cronológicos o intentar dilucidar los misterios de la existencia.
Te escribo para dar gracias por estos 13 años de aventuras que has decidido pasar a mi lado. No te la he puesto fácil, tengo que admitirlo. Pero, esos ojos brillantes y llenos de vida me han cambiado y lo siguen haciendo.
Tus convicciones y determinación siguen alimentando la esperanza que a diario podemos colaborar por hacer nuestro mundo un tilin mejor.
Tu destreza culinaria me sigue maravillando y mostrando que a veces con poco se puede hacer mucho y que la abundancia no necesariamente es sinónimo de felicidad.
Tu apuesta permanente por la gente y la oportunidad de que cada persona que nos cruzamos es una invitación a dar lo mejor de nosotros.
Decir que eres perfecta, sería mentir. No lo eres, no lo somos, lejos de ahí estamos. Pero, esas imperfecciones me han enamorado de ti cada día desde aquel 17 de junio de 2008 en los alrededores de la escuela de comunicación de la UCV. Espero que las propias tengan el mismo efecto en ti.
Hemos llenado hojas de este libro a cuatro manos, quedan otras en blanco a la espera de otras anécdotas, experiencias y aprendizajes, esta vez a seis manos.
Te amo
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