En contextos marcados
por las balas, la violencia y la muerte uno siente cierta angustia
cuando un mensaje llega en horas no acostumbradas, en momento
inesperados. Ese mensaje llegó un domingo por la noche.
Unas balas asesinas
acabaron con los sueños y esperanzas de otro joven venezolano, a
diferencia de muchos que caen en este hermoso país, este joven tenía
rostro tangible y una historia conocida.
Durante algunos años
compartimos vivencias, expectativas, compartimos camino. Escribo esto
no para encontrar sentido a lo ocurrido o aliviar el dolor de sus
familiares, ninguna de esas pretensiones acompañan este sencillo
escrito. Solo quisiera darle un homenaje a un chamo que con
sencillez, llanura y ganas de echarle bola quiso tener una
alternativa de vida, pero unos hijos de puta le quitaron eso y
dejaron a tu familia con un vacío enrome.
Recuerdo con especial
cariño aquella vez que reunidos con otros jóvenes como él, entre
risas y seriedades, lo comparábamos con el sonero mayor y su
pegajosa frase
“Sabrosoooooooo”
Unos hijos de puta
quisieron que sus nuevos horizontes acabaran de manera abrupta, eso
no tendrá vuelta atrás, solo nos queda recordarlo con sus luces y
sonrisas y que noticias como esta no vuelvan a ocurrir.
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